Amor propio

NADIE TE JUZGA

Mi Inspira de hoy es breve. Solo quiere ser un recordatorio de algo que yo necesito traer a mi mente casi a diario: no exigirme a mí misma de la forma en que lo hago. Porque la exigencia, la frialdad y la dureza nos reclaman que aprendamos a tratarnos con amor, con calor y con cariño. Porque nunca vamos a mejorar y a crecer si nos juzgamos como lo hacemos, tampoco si constantemente estamos recordando nuestros errores y nuestros fallos. Fallamos, claro. A cada momento, pero es que en eso consiste esta experiencia, en equivocarnos y en caernos. Y desde luego yo, si cuando me caigo me exijo, me juzgo y soy fría conmigo, no me levanto. Sin embargo, si me abrazo, me acompaño y me acepto, me levanto rápido y casi sin rasguños.

Eres imperfecto, te equivocas, cometes errores, a veces incluso haces daño sin haber querido. Sientes miedo y rabia y celos. Eres humano. Vuelves a llamarle cuando dijiste que jamás lo harías. Vuelves a pasar por la misma experiencia que juraste que nunca repetirías. Y está bien. Recuérdalo. Está bien. Poco a poco lo harás mejor si sabes ser compasivo contigo. Si sabes apoyarte, en vez de castigarte.

Nadie te juzga más que tú. El Universo del que formas parte solo puede amarte.

Observa cómo te tratas, lo que te dices, lo que te exiges y cómo tu mente te engaña queriendo que seas perfecto, como si todavía no lo fueras.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Tim Marshall





TE REGALO

Te regalo tiempo para que puedas descansar, para que puedas parar y tener espacio para decidir, para disfrutar y para mirar dentro de ti. Te regalo una sonrisa, por si te alivia y te ayuda a recordar que ese dolor que sientes pasará. Te regalo un abrazo, uno largo y apretado, para que no olvides que hay mucha gente a tu lado que te acompaña y que te quiere. Para que recuerdes que no estás solo, que yo también me acuerdo de ti.

Te regalo atención, porque no quiero que te sientas abandonado. Te regalo kilos y kilos de alegría y de entusiasmo, para que te ayuden a mitigar los momentos de oscuridad y de desanimo. Te regalo capacidad para asombrarte y sorprenderte. Es momento de que tu niño interno despierte. Te regalo confianza en ti y en tu proceso para que la falta de fe no aniquile tu poder para manifestar tus sueños. Te regalo mi hombro, para que te puedas apoyar en él y recordar que no tienes porqué llevar esa pesada carga tú solo.

Te regalo mi canción favorita. A lo mejor a ti también te pone los pelos de punta y te anima. Te quiero regalar vulnerabilidad, la suficiente como para que puedas vivir siendo quien eres, sin garantías ni defensas. Te regalo espontaneidad y un derecho, el de equivocarte, y otro más: el de decir “no” sin sentirte culpable.

Te regalo una relación, pero no cualquiera, no. Te regalo una relación de esas que funcionan, en las que hay más cosas además de amor, en las que hay risas, intimidad, compromiso, admiración y comunicación. Te regalo atardeceres en el mar, silencio y paz. Te regalo curiosidad, te va a hacer sentirte vivo, ya verás. Te regalo creatividad para que puedas darte cuenta de tus recursos internos. Te regalo fuerza para que te impulses y sigas adelante. Solo fue un bache.

Te regalo amor para que tu corazón se llene de nuevo, para que puedas volver a sentir que merece la pena, que por fin puedes ver la luz que habita en tu interior.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Thomas Ploch


ESTÁ BIEN

Está bien estar mal. Está bien descansar y no hacer nada, no producir, no obtener resultados. Está bien regresar al mismo lugar al que jamás creíste que volverías. Está bien escribirle de nuevo aunque dijeras que nunca más lo harías. Está bien no ser coherente, cambiar de opinión, dejar de tener las creencias que tenías. Está bien que no estés de acuerdo y que lo digas.

Está bien que estés harto, que tengas ira, vergüenza, que estés enfadado, que te sientas una víctima. Está bien ser lo que eres. Está bien no tener ganas de nada. Está bien llorar. Está bien no querer a quien te dijeron que había que querer. Está bien sentir lo que sientes. Está bien tener miedo y está bien no saber qué hacer con él. Está bien que te quejes y que de pronto, hoy, nada tenga sentido. Está bien confiar en tu corazón y hacer caso omiso de los dictados de tu mente. Está bien que decidas ser tú y que te niegues a ser lo que los demás esperaban que fueses.

Está bien dudar y no saber qué hacer. Está bien equivocarte. Está bien que pongas límites y que digas "no". Está bien que pienses en ti, está bien que no estés pensando siempre en los demás. Tu vulnerabilidad está bien y pedir ayuda también. Está bien recibir. Está bien no tener una meta definida. Está bien no saber para que estás aquí. Está bien que no puedas más. Está bien que tus preguntas no tengan respuesta. Está bien no saber qué decir.

Lo que eres es lo que necesitas ser para vivir esta experiencia y todo lo que hay en ti está bien, es lo que tiene que ser. No luches contra ti ni contra lo que te sucede, porque al hacerlo te estás juzgando, estás dejando de darte amor. Estás diciéndote que en ti hay error. Y no lo hay, todo lo que eres te sirve para tu evolución. Todo lo que eres está bien, acéptate. Acéptalo.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Johann Walter

Photo by Johann Walter

TU CORAZÓN PONDRÁ LAS ALAS

No te impacientes, mantente presente, consciente de lo que estás viviendo ahora. No quieras llegar ya, lo importante no es la meta sino cada paso del camino. No dudes de ti, no creas que puedes encontrar el maestro fuera, tú eres el Gurú de tu propia vida, tú eres el único capaz de darte las respuestas que necesitas. Puede ser que ahora no lo veas y que, temporalmente, debas buscar herramientas fuera, pero recuerda que son solo eso, apoyos que te regala el Universo para que descubras que la Verdad siempre ha estado dentro.

No olvides que puedes soltar el control y relajarte, que si, pese al miedo, te atreves a fluir, la Vida comenzará a mostrarte su mejor parte. No olvides que siempre te está escuchando y está cuidando de ti, que te ama y desea que te responsabilices y seas feliz. No creas que tu miedo te hace imperfecto ni que te faltan partes, no creas lo que los demás dicen de ti. No creas. Abandona tus creencias, son ellas las que te hacen limitado. Su ausencia, te convierte en alguien libre y muy sabio. No des esperando algo a cambio porque entonces no estarás dando. No huyas de lo que sientes, de lo que necesitas, de lo que tu corazón te dicta. No escapes de ti mismo, no te tengas miedo. No luches, no quieras ir en contra de lo que está ocurriendo. Acepta para que puedas comenzar a hacer cambios, para que puedas sentirte en paz y pleno.

Ni por un momento te permitas perder la esperanza ni abandonar tus sueños, imagina y hazlo en grande. Vuela con tu mente. Tu corazón pondrá las alas. No te sobra nada, no hay errores en ti, no tienes que cambiar ni esforzarte por ser mejor persona, tienes que amarte sin condición y comprobar que ya eres todo lo que creías que te faltaba. No abandones tu curiosidad ni tu capacidad para sorprenderte, para sentirte niño, despreocupado e inocente. Juega y permite lo que sientes. No te apegues al pasado, no te castigues ni te culpes. Lo hiciste como pudiste, dítelo, para que no lo olvides.

No te pongas trajes, no finjas, no quieras ser lo que nunca fuiste. Ser un fraude es la peor de las enfermedades. No te presiones, no seas exigente contigo, no te cargues con mochilas que no te corresponden. No niegues tu luz ni tu brillo, no le tengas miedo a la envidia de los otros. Puedes y debes ser tú mismo, manifestar tus talentos y compartir tus dones.

No olvides pedir milagros y estar abierto a recibirlos. No te creas tu ruido interno. Ese murmullo tuyo lo cura el silencio. No digas sí cuando lo que necesitas es un no rotundo. No guardes dentro de ti lo que sientes. Lo que guardas no muere, te mata lentamente. Por favor, no dejes de quererte por ningún motivo.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Barth Bailey

Photo by Barth Bailey

DELANTE DEL ESPEJO

Casi toda mi vida sin prestarte atención, sin ni tan siquiera ser consciente de tu existencia. Casi toda mi vida fijándome en lo de ahí fuera, queriendo querer a los otros y anhelando que me quieran. Intentando lograr sueños y alcanzar metas, sin escuchar tus sentimientos y sin preguntarte por lo que, de verdad, necesitas. Casi toda mi vida sin saber nada de la mujer que, cada mañana, delante del espejo, me mira.

Después de años evitándote, teniéndote miedo, juzgándote y queriendo que fueras distinta, hoy, pese a que todavía tengo resistencias, empiezo a sentir que eres mi mejor amiga. Me enseñaron lo importante que era querer al otro, nunca me dijeron que amarme a mí misma era condición necesaria para poder amar al resto. Y amarte no me resulta fácil porque implica no querer cambiarte, aceptarte tal y como eres y reconocer tu luz solo en la medida en la que soy capaz de abrazar tu sombra. Me acostumbré a criticarte y a prestar atención a tus defectos mucho más que a tus virtudes y fortalezas. Crecí creyendo que lo importante era cambiarte para convertirte en alguien más aceptable para los otros. Lo siento, no me di cuenta de que nunca deberías de ser alguien diferente de quien, en realidad, eres.

Ahora soy capaz de darme cuenta del daño que te hice al no reconocer que eres importante y perfecta con todos tus defectos y con tus imperfecciones. Es verdad que todavía hoy me cuesta trabajo responsabilizarme de tus necesidades y de todo lo que sientes. Estoy aprendiendo a pedirte perdón cuando me pongo exigente contigo, cuando desconfío o cuando te cargo con mochilas y responsabilidades que no son tuyas y que nunca lo han sido. Por favor, no quiero que olvides que siempre te tengo presente y que cuando, delante del espejo, tus ojos que son los míos se cruzan, siento paz y cada día que pasa más alegría.

Creo que, quizá, lo más importante que hasta ahora he aprendido es que soy capaz de quererte en los momentos en los que creo que no te quiero. Te doy las gracias por ser como eres, por tu vitalidad y por tu optimismo. También por tu rabia, tu rigidez y por tu "mala leche”. Te doy las gracias por esa fuerza de voluntad que tienes y por lo vulnerable y libre que eres, por tu capacidad para transformar obstáculos en oportunidades, por tus dificultades para recibir, por tus miedos y por tus ansiedades.

Te quiero por ser no quien yo quería que fueses, sino por ser la persona que eres.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Cristina Gottardi

Photo by Cristina Gottardi



RECUERDA

Recuerda que tu mente no está capacitada para darte las respuestas que andas buscando. Solo el silencio y la ausencia de pensamientos te proporcionarán el espacio que necesitas para escuchar a tu guía interna, sabia, eterna e infinita. Por eso, medita.

Recuerda que, temporalmente, estás aquí para experimentar, pero tú eres inmortal. Eres una extensión del Amor y, por eso, tu gran motivo, tu gran propósito en esta vida es el de creer con firmeza en tu verdadera naturaleza, para así, poder expandirte y servir. Recuerda que tú no estás aquí para padecer, para pasar pruebas ni para sufrir. Juega, sonríe y disfruta. Recuerda que cuanto más niño seas, más creatividad desarrollarás y más sentido encontrarás a esta experiencia.

Recuerda que cuidar de ti, atenderte, respetarte, sostenerte, responsabilizarte de tus necesidades y vivir conectado a tu vulnerabilidad representan las bases de tu hogar, y si dentro no hay una estructura, si no te habitas en paz, lo de fuera, los poderes y autoridades externas te someterán. 

Recuerda que tú eres la persona más importante de tu vida y que sin ti, no podrás. Cada vez que te criticas y te juzgas, cada vez que desconfías de ti, de tu poder y de tu valía, cada vez que te rechazas y no te escuchas estás alejándote de la posibilidad de sentirte pleno y feliz. La aceptación y el reconocimiento de ti mismo son dos requisitos imprescindibles para que tu vida, de verdad, tenga sentido. Recuerda que para que puedas dar de verdad, primero tienes que conocer lo que vas a entregar. Recuerda que no eres una media naranja, ni te faltan partes, ni necesitas de otra mitad. Eres un ser completo, has venido con todo dentro.

Recuerda que la razón de ser de tu miedo es que aprendas a dejar de creértelo y así poder transformarlo en amor. Recuerda que tu ego, tu mente y tu miedo son tu karma, por esa razón, cuánto menos te identifiques con ellos más rápidamente retornarás a la sensación de plenitud, de certeza, de sosiego y de paz interior.

Recuerda que no tienes el control sobre nada, que no puedes saber lo que ocurrirá mañana. Recuerda que solo tienes capacidad para decidir el tipo de actitud que adoptas ante cada experiencia de la vida. Recuerda que para abrirte a la posibilidad de una vida llena de milagros, primero tienes que aprender a fluir, tienes que creer sin ver. Tienes que tener fe. Una fe que mueva montañas.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Konstantin Kleine

Photo by Konstantin Kleine

QUIÉRETE

Quiérete, no lo hagas con cuidado ni por partes. No selecciones, no separes.

Quiérete tanto que te sientas la persona más importante de tu vida. Tanto que quererte te emocione.

Quiérete con prisa y con alegría. Con inocencia. Quiérete mirándote con los ojos de un niño, sin cuestión, sin condición.

Regálate una de esas sonrisas. Quiérete diciéndote que puedes, que lo mereces y que eres grande. Quiérete besándote y abrazándote. Dándote comprensión, apoyo y cariño. Quiérete con pasión. Atiende tus necesidades.

Quiérete, pero no por lo que vales. Ama tus talentos sí, pero que ellos no sean la excusa para quererte por partes. Quiérete por todo lo que eres. Hazlo sin razones. Que ese amor incluya tu oscuridad, tus flaquezas, tu miedo y tus debilidades.

Quiérete por respeto a los que te quieren. Quererte es quererles.

Quiérete y descubre el ser ilimitado y amoroso que eres. Quiérete para expandirte, para poder compartir, para poder entregarte y para poder descubrir lo que significa ser feliz.

Quiérete porque el Universo te quiere. Se lo debes.

Quiérete. Es la forma más brutal de vivir esta experiencia. Le da un color diferente.

Quiérete y aprende a respetarte. Colócate en el lugar que te pertenece.

Quiérete sin disimulo ni vergüenzas. Date un abrazo, un “te quiero” ausente de motivos. Es ahora el momento para hacerlo, no es mañana, tampoco luego. Quiérete sin pausas ni descansos.

Quiérete libre. Que no existan “peros” ni “a veces”.

Quiérete porque sin quererte no puedes. Date la bienvenida. Quiérete y te convertirás en un lugar de paz y de dicha.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Greysen Johnson

Photo by Greysen Johnson